
Un café para Akene
Hoy casi pierdo un tren.
Y no hablo del tren literal (aunque también estuve a punto de llegar tarde), sino de esa sensación de que la vida se me escapa entre dedos como arena.
Pedí un café para llevar y, en vez de apurarme, me quedé mirando cómo el vapor dibujaba pequeñas nubes sobre el vaso de cartón. Fue un instante, apenas unos segundos… pero de esos que te detienen el mundo.
Me pregunté qué trenes había dejado escapar antes. Un “sí” que nunca dije. Un “te quiero” que nunca pronuncié. Una puerta que cerré demasiado pronto.
El café estaba ardiendo y, de repente, me di cuenta de que lo que más me aterraba no era perder un tren, sino dejar que la vida se me enfriara sin haberla bebido.
Así que hoy decidí quemarme un poco.
Y no me arrepiento.
—Akene
